Autora: Paola Aparicio

El término peacekeeping es utilizado para referirse al mantenimiento de la paz para terminar un conflicto armado. Se relaciona principalmente a los cuerpos de paz o cascos azules de la ONU, y a todo el proceso previo para alcanzar la paz en un territorio. Si bien el despliegue de tropas ha sido exitoso en muchos casos, también ha traído varios problemas en el contexto de género. La opinión pública pone a discusión lo perjudicial que puede llegar a ser la falta de mujeres en los puestos más altos de organizaciones reconocidas en el Sistema Internacional. Este ensayo tiene como objetivo abordar este tema y brindar una propuesta a la problemática.
Para que el género sea incluido en el proceso de peacekeeping se debe entender los principales obstáculos que frenan la participación de las mujeres en la toma de decisiones, sobre todo las posiciones de poder que están dominadas por hombres. Es fundamental concientizar que existen diferentes realidades en el conflicto. También que las acciones de inclusión que se han visto actualmente como un requisito. Finalmente, se debe exponer que existe una falla sistemática que dificulta el progreso. De esta manera, los procesos de paz en el post conflicto serán más inclusivos y se podrán corregir errores del pasado que han perjudicado a las mujeres.
Es fundamental entender que tanto los hombres como las mujeres viven una distinta realidad en el conflicto. El rol que cumple la mujer y la manera en la que le afecta el proceso de peacekeeping después del conflicto es diferente y no siempre es muy visibilizada. Comúnmente, las mujeres son objetos de ataques en el contexto de conflicto. Beath Speake menciona en su escrito “A Gendered Approach to Peacebuilding and Conflict Resolution” que el violentar a las mujeres comenzó como una estrategia sistemática durante los conflictos, lo cual problematiza la noción de tiempo de paz para las mujeres al momento del cese formal de este conflicto (Speake 2013, 4). El cuerpo de la mujer es apuntado, un ejemplo que deriva de la violencia de género mencionada anteriormente es la violencia sexual. Las denuncias que hay por parte de mujeres hacia cascos azules en misiones de paz en República del Congo, Sudán del Sur, República Centroafricana o Haití han sido una fuerte critica al sistema de las Naciones Unidas. Además, en muchos casos se violenta a las mujeres para hacer sufrir a los hombres, en el sentido que se secuestran, violan y torturan a esposas, hijas y hermanas de líderes de bandos distintos. Los acuerdos de paz si mencionan “género” en sus clausulas, sin embargo no son muy operativos en este tema ya que no es el enfoque central; por ejemplo en el Acuerdo de Paz de Colombia (2016) menciona en la página 11 “que los planes y programas acordados como parte de la RRI deben tener un enfoque territorial, diferencial y de género”. La violencia que viven las mujeres debe ser priorizada y por esa razón la equidad de género debería ser mayormente vista en la toma de decisiones post conflicto.
Como se mencionó en el argumento anterior, el tema de inclusión de género si se toma en cuenta pero no se practica. Al momento de tratar temas de mujeres o sus problemáticas a parte y no priorizarlas se crea segregación en el sistema. Se reconoce a las mujeres desde una perspectiva de género que viene arraigada desde hace mucho tiempo. Todas las aperturas que se ha dado para el reconocimiento de mujeres han sido desde una visión mainstream, lo que hace que sigan siendo vistas como una minoría vulnerable y no tomadas en cuenta. Es importante que los espacios que se den a mujeres no sean aparte, sino que se las incluya de manera directa. Hilary Charlesworth menciona en su cuestionamiento al método de la transversalidad de género en el sistema de derechos humanos de la ONU, que el enfoque dominante en relación con mujeres y su ayuda para el desarrollo “identificaba a las mujeres como un grupo de especial interés dentro de la esfera de las cuestiones sobre desarrollo que, por lo tanto, necesitaba un lugar particular” (Charlesworth 2007, 3). Esta idea resulta muy acertada al relacionarla con los problemas actuales que siguen existiendo para las mujeres a pesar de que se han creado organizaciones y leyes para protegerlas; por ejemplo, la brecha salarial, el acoso, violencia y roles de género. Se puede mencionar a la Resolución 1325 celebrada en el año 2000, la cual exige a las partes de un conflicto que los derechos de las mujeres se respeten ante todo y que se las tome en cuenta. Sin embargo, estos parámetros establecidos siguen siendo controlados por hombres. Si se hace una observación general se puede sustentar este argumento afirmando que hasta la actualidad no ha existido ninguna secretaria general en las Naciones Unidas. La única entidad que parte de la ONU que tiene un alto porcentaje de mujeres en toma de decisiones es ONU Mujeres. Las mujeres deberían ser las que decidan y apliquen las propuestas de leyes internacionales que las mencionan y se centran en ayudarlas.
La raíz de esta falta de inclusión en el manejo de conflicto desde una perspectiva de género viene a partir de la falla sistemática que hay en el mundo. Este problema se da por el sesgo de género en el que se interiorizan actitudes creando una barrera que se refleja en un contexto de conflicto. Alicia Saldívar (2005) menciona que el concepto de género lleva a una división sexual en cuanto a los conceptos de trabajo que ha separado al mundo social en la esfera pública y privada.
“Durante mucho tiempo la primera ha sido considerada propia para el desarrollo de la actividad de los hombres (esfera del mercado), mientras que la segunda ha sido por lo general un espacio relacionado con el quehacer de las mujeres (esfera del cuidado)”
Esta idea planteada en la sociedad genera que no se pueda incluir a las mujeres en una mesa de decisión, ya que ellas no tienen la oportunidad de estudiar temas que les permitan estar ahí; se genera la idea que no necesitan tener acceso a este tipo de temas ya que su futuro se enfrasca solo en la esfera privada. Además, es importante recalcar que existen masculinidades positivas y estas también deben ser tomadas en cuenta. Los hombres no deberían verse como perpetradores de violencia siempre, ya que los procesos de peacekeeping deben tener una visión equitativa. Para que el sistema cambie, se debe reconocer la problemática que influye la toma de decisiones.
Recapitulando lo antes estipulado, las mujeres deben ser parte de un cambio estructural desde raíz para poder incluir al género en el proceso de peacekeeping. Es importante recalcar que no se puede defender ni apoyar lo que no se conoce. Es por esta razón, que se debe entender el contexto de la problemática para llegar a una solución. En el caso de género y peacekeeping, se deben priorizar tres puntos principales. El primero es que falta comprensión sobre las realidades diferentes que se viven dentro de un conflicto. También, que a pesar de que en algunos casos se brindan espacios para mujeres, estos siguen reflejándolas como la minoría y no es con la intención de que ellas participen en más procesos de toma de decisiones. Finalmente, que existe una falla sistemática desde hace mucho tiempo con ideologías ya planteadas en la sociedad. Para que exista más inclusión de género en peacekeeping, se deben tomar en cuenta los problemas fundamentales para poder partir de ellos y englobar a cada parte que se ve afectada dentro de un conflicto.
Referencias:
Charleswoth, H. 2007. “No flotando sino ahogándonos: La transversalidad de género y los Derechos Humanos en las Naciones Unidas”. Harvad Humar Rights Journal (USA), septiembre 2007
Resolución 1325. 2000. Consejo de Seguridad. https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2006/1759.pdf
Saldívar, A. 2005. “El conflicto desde una perspectiva de género: elementos para el análisis de la dinámica de las relaciones entre mujeres y hombres”. Iztapalapa: Revista de Ciencias Sociales y Humanidades. Septiembre 23, 2005
Speake, Beath. 2013. A gendered approach to peacebuilding and conflict resolution. E-international Relations.